TEORÍA DE LA REFLEXOLOGÍATercera Lección
El Cuerpo Reflejado
En Los Pies
Los dos pies conforman una unidad y juntos reflejan a la persona entera. Cada órgano tiene su correspondiente zona refleja. Estas se superponen de la misma manera que lo hacen los órganos en el cuerpo. Los que se alojan en la mitad derecha del mismo se reflejan en el pie derecho y los de la mitad izquierda, en el izquierdo. Los que existen por pares, se encuentran en los dos.
En el pie izquierdo se refleja la mayor porción del estómago y del páncreas, el bazo, el colon descendente y sigmoideo. En el pie derecho, el hígado, el duodeno, la válvula ileocecal y el colon ascendente.
Hay áreas reflejas que se ubican más hacia la superficie del pie, mientras que otras pueden encontrarse sólo al efectuar una presión profunda. Son reflejos que se localizan alejados de la superficie: el hipotálamo, la hipófisis, el bazo, el riñón, la vesícula biliar, la válvula ileocecal. Son reflejos superficiales la mayoría de los pertenecientes al sistema linfático tales como: Linfa de cuello, pecho e ingle y la médula espinal del sistema nervioso. El resto se ubica en un término medio de profundidad variando esto siempre de cada persona y su umbral de sensibilidad. En la búsqueda de los puntos reflejos, el reflexólogo irá de lo más superficial a lo más profundo evaluando, a través del estado de los tejidos, arenillas, cristales y demás signos, la calidad de toque adecuada para cada uno.
Del mismo modo que hay variaciones mínimas en la ubicación de los órganos en una persona, también las hay en la ubicación de las áreas reflejas de los pies.
Si observamos el paralelismo que existe entre la forma del pie y la de una persona sentada vemos que hay una verdadera correspondencia anatómica entre el cuerpo y los pies.
Encontramos las áreas reflejas del plano anterior de una persona en el dorso del pie y el plano posterior en la planta. No obstante esto, es más fácil acceder a la mayoría de las áreas desde la planta.
Líneas Guía
Son líneas horizontales que hacen posible una diferenciación con las líneas verticales correspondientes a la división del cuerpo en diez zonas según la Teoría de la Terapia Zonal (”TTZonal”). Este cruce de líneas forma áreas que permiten llevar con mayor precisión la imagen del cuerpo a los pies.
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Línea de clavícula:
En el cuerpo se ubica por encima de la clavícula hasta la altura de los hombros. En el pie, a lo largo de las articulaciones metatarso-falángicas. Las falanges se corresponden con cabeza-cuello.
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Línea de cintura:
En el cuerpo se corresponde con la cintura y en el pie, con la articulación tarso / metatarsiana. Podemos ubicarla fácilmente palpando por el borde externo la saliente del 5º metatarsiano y proyectándola hacia lo medial. Muestra la correspondencia con las áreas de pecho, espalda, extremidades superiores (hasta el codo) y abdomen superior.
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Línea de pelvis:
En el cuerpo coincide con las crestas ilíacas de la cadera y en el pie con la depresión del calcáneo palpable desde el borde interno y el final del hueco cuboide palpable desde el borde externo. Esta línea se proyecta hacia el dorso y se superpone, en una parte, con la línea de ingle que detallaremos a continuación. Delimita las áreas de abdomen inferior y pelvis.
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Línea de ingle:
En el cuerpo marca la unión del tronco con las piernas y en el pie se encuentra bordeando la garganta del mismo y se prolonga hacia atrás pasando por debajo de los maléolos externo e interno.
El espacio comprendido entre las líneas de pelvis y de ingle delimita al talón y a su zona de correspondencia, el área pélvica.
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Línea de rodilla:
En el cuerpo se corresponde con las rodillas. En el pie la ubicamos tomando la distancia entre el punto de unión de las vistas medial y plantal de la línea guía de pelvis y el punto más prominente del maléolo. Desde este último punto trasladamos la misma medida de distancia hacia el borde interno de la tibia. El mismo proceso de medición se realiza en la vista externa. El espacio comprendido entre la línea de ingle y la línea de rodilla se corresponde con las áreas reflejas de las extremidades inferiores.
Relación Entre la Teoría de la Terapia Zonal y las Líneas Guías
Esta relación nos es de utilidad para la ubicación de las áreas reflejas, de este modo podemos ubicar, por ejemplo, el reflejo del brazo, en la zona 5, desde la línea de clavícula hasta la línea de cintura.
Las zonas de cabeza y cuello se corresponden con las falanges.
Las zonas del tórax, extremidades superiores y abdomen superior con los metatarsianos. Líneas guías de clavícula y de cintura.
Las zonas de abdomen inferior y pelvis se corresponden con los huesos del tarso. Línea guía de pelvis.
Las zonas que reflejan a las extremidades inferiores se corresponden con los extremos distales de las piernas. Línea guía de pelvis.
Entre los pies de una persona y los de otra puede haber diferencias de tamaño y forma, según sean sus huesos más grandes o más chicos, más gruesos o más delgados, pero todos, con excepción de mutilaciones o malformaciones, tienen la misma cantidad de huesos y distribución de los mismos. Todos, además, tienen medios de unión entre ellos, es por esta razón que el método más sencillo para ubicar los diferentes puntos y zonas reflejas es tomar como referencia los huesos y articulaciones ya que esto posibilita realizar el estímulo con mayor precisión.
Es muy importante, mientras se está aplicando reflexología, llevar la imagen del cuerpo al pie y tener conciencia de qué área del cuerpo se está estimulando en cada momento.
El Cuerpo Reflejado En Las Manos
El cuerpo se refleja en las manos del mismo modo que en los pies. Todos los dedos se corresponden con las áreas de cabeza y cuello. En las articulaciones metacarpo-falángicas encontramos la línea guía de clavícula. Todas las áreas reflejas correspondientes al pecho y al abdomen se encuentran concentradas en el centro de la mano y el área pélvica se refleja en el talón de la misma.
El cerebro y la mano se influyen recíprocamente. El centro de la mano ocupa casi un tercio del centro motor del cerebro. Las zonas del cuerpo que ponen y mantienen al ser humano en contacto con el mundo, como la mano, el pie y la boca poseen una enorme cantidad de terminaciones nerviosas en relación a otras partes del cuerpo. Mano y cerebro interactúan en un constante y enriquecedor feedback.
Al igual que en los pies, en las manos encontramos reflejada a la persona entera. Terminales nerviosas y energéticas se conjugan en una intrincada red en la que todos los órganos y partes del cuerpo encuentran su correspondiente área refleja.
El masaje reflexológico de las manos nos permite estimular, desde allí, los propios mecanismos de autocuración. La Reflexología de manos es un recurso eficaz para el autotratamiento y para aplicar a otros en los casos en que no es posible trabajar sobre los pies.
Siempre preferimos el estímulo en los pies pues:
Cuentan con una mayor superficie para la localización de los puntos reflejos. En las manos estos están más comprimidos y superpuestos.
Están más protegidos de los estímulos externos lo que los hace más sensibles a la presión y movilización. Las manos, por su función, están expuestas a variados estímulos lo que las hace menos sensibles.
Tienen la mayoría de las áreas reflejas cerca de la superficie. En las manos sólo son localizables ante una presión más profunda.
Brinda beneficios a corto plazo con una o dos sesiones por semana. Con la reflexología de manos se obtienen beneficios si se aplica con constancia y en forma frecuente.
Promueve cambios a todo nivel en la persona movilizando aquello que causa el síntoma. La aplicación en las manos produce efectos relacionados con el alivio de los síntomas.
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